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Carlos Torres: “Amo el mar como amo a mis hijos”

Updated: Sep 3, 2018


Carlos Torres, llegando al muelle del Mercado de la Caraguay, después de una larga faena.

Desde los 12 años, Carlos Torres, se dedica a la honorable y antigua labor de pescador, comenta que, la paciencia, la observación y la dedicación hacen al buen pescador; es por eso que, estas personas se dedican de “cuerpo y alma” a este oficio. “Amo el mar como amo a mis hijos” asegura Torres.


Su día comienza muy temprano por la mañana, exactamente a las 4:00 a.m., su esposa Julia se levanta a prepararle el desayuno y el almuerzo, mientras sus 5 hijos siguen durmiendo; Carlos sale de su casa a las 5:00 a.m., tiene que estar a las 6:00 de la mañana en el muelle del Mercado de la Caraguay, ubicado al sur de la ciudad.


Torres, llega a la Caraguay a las 5:45 a.m., aún está oscuro, todos sus colegas, en sus pequeñas lanchas, están listos para salir en busca del sustento para poder vivir. Él, espera que el día sea bueno. “Un día bueno pescamos aproximadamente de 20 a 30 libras de peces” refiere. Esta profesión la heredó de su padre, que, por cuestiones de salud ya no lo acompaña a pescar, y ahora tiene que manejar su puesto en el mercado.


Son las 3:00 p.m., Carlos y su tripulación emprenden su regreso al puerto, la pesca ha sido buena, asegura, llega a las 6:00 p.m. y empieza a desembarcar su lancha, que mide alrededor de 18 metros de largo.

En la Caraguay, son esperados por comerciantes mayoristas y las dueñas de casa, a quienes venden su producto. Torres, vende una parte de su carga a los mayoristas, y lo que le queda lo vende en su quiosco del mercado.


A medida que va llegando el resto de pescadores, el movimiento en la Caraguay aumenta, las personas encargadas de desembarcar van con sus carretas de un lado a otro, desmontando en los puestos todo tipo de pescados y mariscos: picudo, dorado, chango, albacora y camarón. Algunas cargas llegan en grandes camiones que provienen de otras provincias como: Santo Domingo.


Aquí aproximadamente hay 20 libras de pescado, listos para descamar.

No siempre resulta generosa la jornada, en muchas ocasiones sufren la ruptura de mallas, averías mecánicas o se enfrentan a las malas condiciones del tiempo. Carlos, comenta que se rige al calendario lunar, y en ocasiones no sale a pescar, porque hay luna llena y la luz de esta ahuyenta a los peces: “Hubo una ocasión en la que fui víctima de los piratas, quisieron robar toda mi faena, pero con la ayuda de mis tripulantes los ahuyentamos”. Aún así, afirma que, no cambiara por nada su profesión.


Torres termina su jornada a las 12:00 p.m., su trabajo es sacrificado y muchas veces mal remunerado, pero es el oficio que aprendió desde pequeño y con el que ha mantenido a su familia durante varios años. Probablemente la pesca sea su primera pasión.

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